martes, agosto 23, 2005

Modernidad y Television.

Existen, a lo largo de la historia, procesos que son consecuencia de hechos puntuales, y que posibilitan en gran medida la concreción de estos. Nos es muy difícil imaginar la revolución industrial sin la maquina a vapor, o la guerra fría sin la bomba atómica. En lo que atañe a la modernidad, es impensable que surgiera como un proceso global sin la invención de la imprenta. Cuando Kant nos incentiva a hacer un uso publico de la razón lo hace sobre el supuesto de una masificacion del texto escrito, esto es, supone que la cultura dejó atrás su sitial sacro en las bibliotecas de los monasterios, y que la hegemonía del latín como lengua docta dio paso a la diversificación de lo escrito en las distintas lenguas vernáculas. Así se le quitaba a la cultura la censura religiosa, y en teoría, la única limitante para acceder a ella era el alarmante analfabetismo. Con este panorama cultural de fondo, se puede entender cabalmente lo que quiso decir Kant con hacer un uso público de la razón, y se podría llegar a argumentar que mientras más global sea la forma, mejor el resultado. Sin embargo, hoy en día, lo escrito pasa a un segundo plano, relegado por un nuevo medio de comunicación que merece una atención especial en este ir y venir de la modernidad: la televisión. ¿Es que la televisión favorece, con su ilimitado campo de acción, a los desafíos de la modernidad, o más bien se transforma en una pieza que no hace más que estorbar en el desarrollo de esta conciencia moderna?

Sin embargo, para poder plantear una tesis sobre esta cuestión, me es necesario dar una opinión personal de cómo veo la modernidad en la actualidad, y sobre esta base intentar colegir la forma en que ha afectado la masificacion de la imagen en la razón moderna.

Juicio a la modernidad

Desde que se suprimió la hegemonía del “Mito” y se instauró lo “Racional”, lo que Weber describió como el desencantamiento que condujo, en Europa, a que el desmoronamiento de las imágenes religiosas del mundo resultara en una cultura profana, la modernidad se ha encargado de difundir sus ideales de igualdad y fraternidad como un proyecto de emancipación, que hoy en día, a la luz de los acontecimientos actuales, parecen nunca haberse alcanzado. Los críticos de la modernidad coinciden en que el mundo actual, con la globalización, el triunfo del capitalismo, el fracaso de las distintas formas de socialismo, el nuevo imperialismo, la lucha por el poder en todos sus ámbitos, y las nuevas formas del terrorismo, entre otros tantos casos, es una consecuencia funesta de una mala interpretación de las bases de la modernidad. Vistas desde la perspectiva posmoderna, las críticas filosóficas se nos presentan en un momento histórico que combina la decepción por los fracasos de la izquierda, el triunfo del liberalismo y el retorno al pensamiento escéptico y relativista.

Desde este punto de vista conciliador, la aseveración de Habermas respecto a la modernidad, cuando la sindica como un “proyecto inacabado”, es lo más acertado. De hecho, es necesario que así sea, no se puede concebir algo estancado en un mundo tan dinámico como el que nos corresponde. No cabe duda de eso, pero de ahí a pensar que a raíz de esta serie de fracasos, la modernidad fue un error desde el principio no seria hacer justicia con una idea que, a mi opinión, es rescatable en las bases, pero que es necesario adecuar a la contingencia actual. Si nos fijamos en los principales postulados de la modernidad, nos daremos cuenta que existe una serie de derechos incuestionables, que hoy en día ninguna sociedad debería atreverse a dudar. Los siguientes son algunos de las que me parecen rescatables.

Una consecuencia directa de la negación del mito es el cultivo de las ciencias “objetivas” que permiten recabar un conocimiento más o menos verdadero de las leyes de la naturaleza y nos permiten poder aprovechar este conocimiento en el beneficio propio. De esta forma eliminamos esa cuota de azar en nuestra vida y la hacemos más controlada, cada vez se va alejando más de nuestras vidas el capricho de la naturaleza. Condorcet vaticino que “ha de llegar un momento en el que la muerte ya no será sino el efecto de accidentes extraordinarios”. El ideal Ilustrado es ese, transformar todo nuestro conocimiento a favor propio. Fausto también lo dijo mientras contemplaba el mar y se cuestionaba la utilidad que podría obtener de ese ir y venir incesante de las olas.

Un segundo aspecto de la modernidad que merece ser rescatado es la idea de generar el proyecto de una normatividad general, esto es una moral universal de respeto, de igualdad, de libertad, es decir, un conjunto de normas que sean indistintas a todos los seres humanos. Desde este punto de vista es una idea loable, la creación de una organización de naciones en la que todos los países cooperen por ideales comunes, o como ahora ultimo ha salido a la discusión, la idea de plantear una constitución europea que haga mas homogéneos los derechos entre los distintos habitantes.

Pero sin duda, uno de los aspectos más loables de la modernidad es que dentro de ella siempre se deja espacio para una autocrítica muy necesaria si se entiende a la modernidad como un proyecto que se tiene que ir modificando a razón de los cambios que se van experimentando en las sociedades globales. Sin duda no se pueden plantear los mismos desafíos de hace un siglo atrás si tomamos en cuenta que entre esa fecha y hoy ha habido dos guerras mundiales, distintas guerras por aspectos políticos y económicos y una serie de cambios en las estructuras mundiales a las que no se les puede hacer el quite. Visto de esta forma, las críticas de la posmodernidad a la condición moderna se entienden dentro de ella misma, como un proceso de revivificación y de replanteamiento de ideas que permiten que el proyecto se pueda llevar a cabo.

La televisión en la modernidad
Tomando en cuenta los tres puntos anteriores que me parecen fundamentales en cualquier sociedad moderna me preparo ahora para analizar el rol que juega la televisión en los nuevos desafíos de la modernidad para posteriormente concluir si es la televisión un medio que beneficia a la modernidad o por el contrario, la perjudica. Aclaro antes que este es un tema que esta lejos de cerrarse y conforme avance la historia, se irán agregando nuevos puntos para discutir, por lo que todo lo que se diga en las siguientes líneas es una mera visión personal.

En cuanto al primer punto, al cultivo de las ciencias, la televisión es un claro ejemplo de esto. Es un invento meramente moderno, resultado de una serie de investigaciones en el ámbito de las ciencias, creación de este afán humano de expandir las fronteras más allá de lo conocido. Y también, haciendo honor a su motivo de creación, la imagen visual se presenta como una buena herramienta de conocimiento. Sin embargo ha llegado a puntos en los que la imagen reemplaza a la propia vista, y se trasforma en un método de conocimiento mucho mas veraz que el de conocimiento visual directo. A modo de ejemplo, hoy en día existen intervenciones quirúrgicas en las que un medico ni siquiera necesita ver a su paciente. Un sistema de televisión permite a un doctor tener una mejor visión de la situación y puede operar solo mirando una pantalla. Además otro medico puede estar presenciando la misma intervención desde otro lugar en el mundo y aconsejar al operante sobre que y que no hacer en el caso. La televisión se presenta en este caso como una herramienta de gran valor al desarrollo de las ciencias, puesto que permite, de una u otra forma, una interconexión mundial del ambiente científico y así apresurar el desarrollo de las ciencias, es busca de una mayor comprensión de la naturaleza.
En lo que respecta al objetivo de crear un ideal de una moral universal a primera vista pudiera ser que la televisión se irgue como un símbolo de unidad y globalidad sin parangón, sin embargo Régis Debray plantea una visión que no es evidente de buenas a primeras, pero que resulta del todo esclarecedora en un tema tan conflictivo como el rol que cumple la televisión en la apertura al mundo. “Al promover en toda Europa las lenguas vernáculas, al nacionalizar Dios y las iglesias, en detrimento de la antigua catolicidad romana, la imprenta a contribuido a disgregar los imperios y ha precipitado el advenimiento de las nacionalidades, y por lo tanto de las guerras europeas. La propagación de las ondas hertzianas y la transmisión de las imágenes por satélite favorecen al movimiento inverso: la internacionalización de los comportamientos y la construcción de Europa” De esta forma se cumple a cabalidad con la idea de que una universalización de la moral, que se iniciaría en este caso con la supresión de la idea de frontera, se ve favorecida con la explosión de la imagen televisiva. Sin embargo, la televisión oculta tras de si lo que no le interesa mostrar. Se puede ver una guerra en un continente lejano, o el conflicto social en el país vecino sin movernos de nuestra casa, pero de todas formas estamos viendo algo que nosotros no escogemos ver, vemos algo que ya ha sido digerido por un editor que selecciona, bajo un criterio un poco dudoso que se debe transmitir y que no se debe mostrar. En general, la televisión no nos ayuda a formarnos una idea de globalidad benéfica sino mas bien nos incentiva a encerrarnos en nuestra realidad en vista de que “las imágenes de países lejanos no aparecen en nuestras pantallas sino que en el caso de tragedias, de guerras o catástrofes” Todo esto se ve agravado ya que si nos sometiéramos a una cultura global favorecida por las transmisiones de televisión, el hemisferio sur pasaría nuevamente a ser un mero espejo de lo que el hemisferio norte decida. Los más grandes medios de comunicación están dominados por la mano norteamericana o europea, por lo que platear una globalidad basada en las telecomunicaciones seria plantear el acatamiento al modelo impuesto por las potencias en detrimento de lo que pudiera postular un país que se ve sometido a lo que sus transmisiones publican como universal.
Con respecto a la capacidad de autocrítica de la modernidad, esta autocrítica se debe ejercer en un plano personal primeramente, luego en el medio circundante para posteriormente ejercer un cambio en la estructura de este proyecto de modernidad. De esta forma, es necesario tener modelos que nos enseñen a autoevaluarnos para poder ejercer nosotros mismo y por nuestra cuenta, la necesaria corrección. Sin duda, hoy en día ya no hay discusión sobre eso, el gran modelo de comportamiento principalmente para niños y también para adultos es la televisión. Si lo que se transmite por televisión fue fácilmente criticable, o si los personajes que dominan este medio comunicacional, tuvieran el poder de ejercer una autocrítica directa, ejemplificadora para el resto de los espectadores, entonces estaríamos delante de una buena ayuda para concretar una modernidad con los ideales que planteamos anteriormente. Lamentablemente la realidad nos dice lo contrario. No existe otra forma de comunicación más asimétrica que la que se ejerce mediante la pantalla. Escasamente vemos que existe un derecho a replica en un espacio que supuestamente es libre y abierto a la comunidad, donde cabe desde el mas humilde ciudadano, hasta el mas poderoso empresario y en donde no caben las distinciones sociales o donde no existen relaciones verticales de poder.

En consecuencia, la televisión juega un papel negativo en cuanto a la idea de una moral globalizada y en cuanto al necesario ejercicio de la autocrítica, pero también ejerce una buena influencia en cuanto al desarrollo de tecnologías y de las ciencias, por lo que la imagen televisada no puede ser calificada como benéfica o perjudicial sino que debe ser conjugada con el desarrollo de la modernidad, tratando de potenciar los aspectos positivos y de neutralizar sus efectos nocivos.
La televisión se constituye como un medio poderosísimo de comunicación que puede ser usado en beneficio de la modernidad pero que, como todas las cosas, también posee su lado negativo. Es tarea de los actores modernos encontrar el ajuste que mejor posibilite la expansión de la razón, la construcción del sujeto moderno y en definitiva, la concreción de los ideales que desde un principio plantearon los pensadores de la modernidad pero modificados a las necesidades y desafíos actuales. De esto somos ahora, todos responsables.