lunes, octubre 03, 2005

El Puente

Nuevamente periodo de caos en la universidad. Estoy en la semana en que corresponde la prueba de un ramo que es una tortura academica. Sistemas Dinamicos es su nombre. ¿Pensaron alguna vez odiar un trompo? Pues con este ramo lo puede lograr cualquier ser humano. Es increible como un físico puede transformar algo tan inofensivo como un trompo en un increible dolor de cabeza.

Para no dejar este blog sin alimento durante una semana, aprovecho de publicar un cuento que leí hace unos dos años y que me parece notable. El escritor es uno de mis favoritos. Si nombre lo dice todo. Franz Kafka. Recomiendo imperativamente la lectura de su novela El Proceso. Aqui transcrito esta tu breve cuento El Puente.

Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era un puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro, las manos, aferradas; en el cieno quebradizo clavé los dientes, afirmándome. Los faldones de mi chaqueta flameaban a mis costados. En la profundidad rumoreaba el helado arroyo de las truchas. Ningún turista se animaba hasta estas alturas intransitables, el puente no figuraba aún en ningún mapa. Así yo yacía y esperaba; debía esperar. Todo puente que se haya construido alguna vez, puede dejar de ser puente sin derrumbarse.

Fue una vez hacia el atardecer -no sé si el primero y el milésimo-, mis pensamientos siempre estaban confusos, giraban siempre en redondo; hacia ese atardecer de verano; cuando el arroyo murmuraba oscuramente, escuché el paso de un hombre. A mí, a mí. Estírate puente, ponte en estado, viga sin barandales, sostén al que te ha sido confiado. Nivela imperceptiblemente la inseguridad de su paso; si se tambalea, date a conocer y, como un dios de la montaña, ponlo en tierra firme.

Llegó y me golpeteó con la punta metálica de su bastón, luego alzó con ella los faldones de mi casaca y los acomodó sobre mi. La punta del bastón hurgó entre mis cabellos enmarañados y la mantuvo un largo rato ahí, mientras miraba probablemente con ojos salvajes a su alrededor. Fue entonces -yo soñaba tras él sobre montañas y valles- que saltó, cayendo con ambos pies en mitad de mi cuerpo. Me estremecí en medio de un salvaje dolor, ignorante de lo que pasaba. ¿Quién era? ¿Un niño? ¿Un sueño? ¿Un salteador de caminos? ¿Un suicida? ¿Un tentador? ¿Un destructor? Me volví para poder verlo. ¡El puente se da vuelta! No había terminado de volverme, cuando ya me precipitaba, me precipitaba y ya estaba desgarrado y ensartado en los puntiagudos guijarros que siempre me habían mirado tan apaciblemente desde el agua veloz.

2 Comentarios:

At 10:17 p. m., Blogger Arturo Dice...

Oh, eso lo leí en el colegio, snif, recuerdos...
Reitero mis felicitaciones por tu blog, me gustó tu análisis del Código Civil..
Nos leemos, tenlo por seguro.

 
At 5:56 p. m., Anonymous Anónimo Dice...

me acorde de filosofia en cuarto medio,..... grandes momentos en ese colegio,
nos comunicamos ...con las palabras,,,chaoo

 

Publicar un comentario

<< Home